El cambio climático plantea importantes retos para el sector de la energía en América Latina y el Caribe, que se verá afectado por una serie de impactos directos e indirectos sobre sus infraestructuras, y su sistema de explotación y su demanda. Según el IPCC, se reducirá la demanda en calefacción de los hogares y se incrementará la demanda en refrigeración de los hogares, así como que el efecto sobre las fuentes energéticas y las tecnologías afectará de manera diferente según los recursos primarios, los procesos tecnológicos y las ubicaciones. La gestión de la energía puede contribuir a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas con la producción y el consumo de energía a través de la implementación de tecnologías de energía renovable, como la energía solar y eólica, con prácticas de eficiencia energética en los hogares, edificios y empresas y a través de políticas y estrategias de gestión de la energía sostenible. Para avanzar en adaptación la gestión de la energía debe considerar los riesgos climáticos asociados con el sector energético, como los impactos de los fenómenos climáticos extremos en las infraestructuras y la seguridad energéticas además de promover la diversificación de las fuentes de energía para aumentar la resiliencia del sector. (IPCC, AR5).