Un transporte ambientalmente sostenible contribuye a reducir la contaminación ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero, minimizar el uso de recursos naturales no renovables. Asimismo, preserva la integridad de los ecosistemas y mejora la resiliencia climática de sus servicios, modos e infraestructuras. La mitigación en este sector implica promover un enfoque de transporte sostenible que incluye la implementación de tecnologías más limpias y la mejora de la eficiencia energética en el transporte público y privado. Además, la promoción del transporte público, la movilidad activa y la planificación urbana sostenible contribuyen a reducir las emisiones de carbono y mejorar la calidad del aire en las ciudades. En cuanto a la adaptación se requieren inversiones en infraestructura resistente al clima y la incorporación de consideraciones climáticas en la planificación y el diseño de proyectos de transporte. Además, se promueve la diversificación de las fuentes de energía en el transporte para reducir la vulnerabilidad a perturbaciones en el suministro de combustibles fósiles debido a eventos climáticos extremos. (BID).